martes, 6 de marzo de 2012

Fundación y Tierra

»Sólo los de Solaria aprendimos cómo había que vivir la vida. No lo hicimos en manadas o rebollos, como en la Tierra y en otros planetas, incluso en los mundos Espaciales. Vivimos cada uno a solas, con robots para ayudarnos, viéndonos electrónicamente siempre que lo deseábamos, pero sólo raras veces de un modo natural. Hace muchos años que no he mirado a seres humanos como os estoy mirando ahora, aunque sois sólo medio humanos y, por consiguiente, vuestra presencia no limita mi libertad más de lo que la limitarían una vaca o un robot.»
Sin embargo, hubo un tiempo en que también nosotros fuimos medio-humanos. No importa cómo perfeccionamos nuestra libertad, ni cómo nos convertimos en amos solitarios de innumerables robots, la libertad nunca fue absoluta. Para producir pequeños, se necesitaba la colaboración de dos individuos. Desde luego, se podían aportar espermatozoides y óvulos, emplear procedimientos de fertilización y provocar artificialmente el crecimiento embriónico de manera automática. Era posible que un niño viviese de forma adecuada bajo el cuidado de los robots. Podía hacerse todo eso, pero los medio-humanos no querían renunciar al placer inherente a la fecundación biológica. Como consecuencia de ello, se establecerían lazos emocionales perversos y se perdería la libertad. ¿Comprendéis ahora que todo esto debía cambiar? 
Isaac Asimov, Fundación y Tierra.
  
Este texto plantea una serie de preguntas clave que nos debemos plantear a la hora de hablar del mismo. A mi parecer las principales cuestiones que se plantean en el texto son las siguientes: ¿es el ser humano libre? y ¿podría alcanzar el ser humano la libertad viviendo en sociedad?
Estas cuestiones, totalmente subjetivas, han supuesto un gran problema en nuestras vidas. La primera pregunta cuestiona nuestra libertad pero no se aleja para nada de la realidad. En el texto el autor hace uso del término “medio humanos” para referirse a nosotros mismos, es decir, a los seres humanos que vivimos en sociedad y sin libertad. Y realmente debemos plantearnos la pregunta, ¿somos libres? En mi opinión la respuesta sería un conciso no. ¿Cómo podemos decir que somos libres si vivimos en un mundo gobernado, cohibidos por leyes sociales? 
El texto plantea muy bien esta cuestión, y es que al igual que el autor considero que el ser humano no puede ser libre mientras viva en sociedad. La sociedad es la que limita nuestras libertades, la que impone las leyes, por otro lado totalmente necesarias y la que oprime nuestro instinto natural. Me refiero a que las leyes son totalmente necesarias porque de lo contrario reinaría la anarquía, todo el mundo podría hacer lo que quisiera, no habría nada que se lo impidiera y así podría alcanzar la libertad, ¿o tal vez si habría algo que se lo impidiera? Yo creo que si viviéramos en un mundo en el que gobernara la anarquía aún tendríamos unas leyes que obedecer. Me refiero por supuesto a las leyes morales que nos dicen lo que está bien o lo que está mal. Así que si viviéramos en una anarquía aún tendríamos ese objeto de coacción que nos diría que podemos y no podemos hacer, que es lo correcto y que no. 
Entonces ¿debemos suponer que la única forma de alcanzar la libertad es suprimiendo la sociedad, viviendo separados de cualquier ser humano? Aunque pueda parecer un poco fuerte yo creo que el autor no va nada desencaminado. Mi opinión es que nunca podremos alcanzar la libertad absoluta viviendo en sociedad. Pero por otra parte también opino que no merece la pena ser libre sin nadie con quien compartir dicha libertad. Es como decía Aristóteles sobre la sociabilidad natural del hombre: El hombre es un animal social, es decir, un ser que necesita de los otros de su especie para sobrevivir. 
El autor dice en el texto: “Solo los de Solaria aprendimos como había que vivir la vida.” Pero, ¿realmente esa es la forma ideal de vivir? Sinceramente lo dudo mucho. Yo pienso que no merecería la pena vivir en soledad, sin contacto humano, acabaríamos volviéndonos locos. Preferiría vivir en un mundo de leyes y con ciertas libertades censuradas que en un mundo sin más seres humanos que mi propia persona. Así que para terminar plantearé la siguiente cuestión a la que el autor estoy seguro que respondería si, a diferencia de mi respuesta: ¿Es mejor vivir en un mundo absolutamente libre pero en total soledad, sin ningún ser humano más, que en un mundo con sin libertad absoluta pero con sociedad? Juzguen ustedes mismos.

Ana Cantón Cara - Bloque 1 BCT y BA

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